lunes, 9 de mayo de 2011

LA TRAGEDIA DE SATANÁS

La tragedia de Satanás es ver cómo su naturaleza angélica, puro espíritu, ha podido ser superada en su unión sustancial con la materia. El demonio odia la materia porque es de condición inferior al espíritu. Odia al hombre que siendo espiritu, es un espíritu encarnado; odia la Encarnación porque es la unión sustancial del Espíritu Purísimo con la materia.

Hay un espiritualismo demoníaco que consiste en el desprecio de la materia y en la exaltación de lo espiritual. Pero esto en el ser humano solo conduce a la disgregación, a la ruina y al sinsentido de su mismo ser creatural, puesto que ha sido hecho “en” la materia, “con” la materia, “además” de la materia, precisamente para superar la materia, para “traspasar” con el espíritu la materia, para “transfigurar” la materia, para “transir” de espíritu la materia, para “espiritualizar” la materia, o como diría el mismo Solov’ëv, para “iluminar la materia” o “liberar la materia”. Esta es la definición que da Solov'ëv de la belleza: “materia iluminada” o una “luz materializada”. Todo esto es o resulta repugnante para el demonio. El demonio que en su soberbia no acepta lo inferior de la materia, no soporta el enaltecimiento de la realidad material tan alejada de la nobleza de su ser espiritual. 

El demonio es el primer racista y xenófobo. Un racista y un xenófobo de un radicalismo existencial porque sólo aceptaría a otros seres de naturaleza espiritual pero jamás el ver enaltecidos a los seres que participan de la inferioridad de la materia, a los espíritus encarnados, a la raza de los hijos de Dios. Por eso el demonio odia de manera especial a la mujer. Porque de Ella ha venido al mundo el mismo Dios. En una mujer, en su cuerpo, en su vientre, en su seno, el Altísimo se ha hecho carne, ha tomado la naturaleza humana. Y por eso el demonio odia la maternidad. Sin maternidad no habría habido Theotokos (Madre de Dios). Un mundo en el que se atenta contra la maternidad es un mundo cada vez más alejado de Dios y más deshumanizado. Más aún, es un mundo demoníaco.

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