martes, 26 de julio de 2011

VARÓN Y MUJER: UNA UNIDAD SUPERIOR


Se podrá objetar que si el ser humano ha sido creado varón y mujer, entonces la plenitud humana no está solo en el varón o solo en la mujer. Es decir, que el varón por sí solo no puede alcanzar su plenitud de ser humano sin la mujer y viceversa. Así lo piensa Soloviev afirmando: «Es evidente que el hombre auténtico, en la plenitud de su personalidad ideal, no puede ser solo macho o solo hembra, sino que debe construir la unidad superior de uno y otra». Pero para poder alcanzar esto es nesario que la naturaleza humana sea reconducida a su propia integridad. Y eso solo puede hacerlo Dios. Aquí Soloviev está simplemente constatando la realidad del pecado original que ha introducido en las relaciones entre varón y mujer una situación que hace imposible el alcanzar aquella plenitud del origen y que precisa de una reintegración del plan original divino.

Podría decirse que esto son palabras bonitas, un ideal irrealizable. El mismo Soloviev lo ha advertido anteriormente cuando dice: «El sentimiento exige esta plenitud de unión, íntima y definitiva, pero normalmente no consigue llegar más allá de una exigencia y una tendencia subjetiva, y se revela así como algo simplemente precario. De hecho, en vez de la poesía de una unión eterna y central, se tiene solo un acercamiento superficial, más o menos duradero pero siempre temporal, más o menos estrecho pero siempre exterior, de dos seres cerrados en los angostos límites de la prosa cotidiana». Pero a pesar de constatar con realismo que el ideal no se logra alcanzar, lo que Soloviev plantea es que tal ideal no es irrealizable. El problema estriba en cómo realizarlo. 

martes, 19 de julio de 2011

VARÓN Y MUJER LO CREÓ


Siglos después también defendería la bondad del cuerpo, de la sexualidad y del matrimonio frente a los maniqueos, a los que perteneción San Agustín. Y a lo largo de los siglos, una y otra vez, en cada ocasión en la que de una u otra forma han resurgido doctrinas contrarias a la santidad y bondad del cuerpo de la sexualidad y del matrimonio, la Iglesia ha estado siempre firme en su defensa frente a todos quienes han despreciado el cuerpo, la sexualidad o el matrimonio.


En el comienzo del capítulo tercero, sigue insistiendo Soloviev que si bien es propio de todo amor «una transferencia de todo nuestro interés vital desde nosotros mismos hacia el otro, el desplazamiento del centro mismo de nuestra vida personal» esto se da de modo esencial en el amor sexual. El mismo Soloviev advierte en nota al pie de página lo siguiente: «Llamamos amor sexual (a falta de un término mejor) a la atracción exclusiva (recíproca o unilateral) entre dos personas de sexo diverso que pueden estar entre sí en una relación de marido y mujer; con esto no pretendo obviamente resolver a priori la cuestión que se refiere al significado fisiológico de estas relaciones». Esta nota aclaratoria me parece muy oportuna y deja entrever que el mismo Solviev se encuentra ante una dificultad: la de encontrar un término mejor que describa el amor entre varón y mujer. Para Soloviev, por tanto, amor sexual no implica necesariamente las relaciones sexuales. Cabría decir que las relaciones sexuales son un signo que supera lo propiamente fisiológico o biológico. Las relaciones sexuales entre el marido y la mujer son signo de esa unión real que hace de dos una sola carne, un solo ser. Pero el llegar a ser un solo ser no pasa necesariamente por la unión carnal sino que la unión carnal es signo, símbolo, de la unión de dos seres en uno. Es la sexualidad la que está al servicio de la unidad, podríamos decir. Todo esto se entiendo muy bien a la luz de la llamada Teología del cuerpo que ha desarrollado ampliamente Juan Pablo II y que está recogida en un volumen titulado muy adecuadamente “Varón y mujer lo creó”. Adviertase que no se dice “Varon y mujer los creó”, sino que se usa el singular lo creó. La razón de ello es que se está indicando que el ser humano ha sido creado varón y mujer. La diferencia y la reciprocidad son constitutivos del ser humano. Dios creó al ser humano varón y mujer. Y esa diferencia y reciprocidad, esa tendencia o inclinación natural del uno al otro para formar un solo ser y de ese modo dar vida, esa realidad que podemos llamar “esponsal” es la que podemos decir que es imagen y semejanza de Dios.

martes, 12 de julio de 2011

AMOR, PERSONA Y SEXUALIDAD


Seguidamente, Soloviev, vuelve a afirmar que solamente el amor sexual, a diferencia de otros amores, es el que puede ser paradigma del verdadero amor y tipo de los demás amores. Ahora bien, vuelvo a insistir en que, desde mi punto de vista, Soloviev no entiende por amor sexual un amor que implique las relaciones sexuales. La sexualidad es la persona humana en cuanto que corporea. La sexualidad no es un añadido a la persona. Se es persona humana masculina o persona humana femenina pues el cuerpo es personal y la persona humana es corporal. Por tanto, amor sexual es amor de la persona humana en su totalidad corporea y espiritual. Es cierto que en la diferenciación sexual es donde se visualiza de un modo más claro la referencia a la necesaria complementariedad del ser humano y su estar llamado a una comunión personal. Pero esto no indica que necesariamente deba darse una unión carnal. Si tenemos en cuenta que el Amor en Dios es esencialmente la Persona del Espíritu Santo, esto es el amor del Padre y del Hijo hecho Persona, nos damos cuenta de que el amor no implica necesariamente lo carnal sino que transciende lo carnal. De modo que incluso en el ser humano, en la medida en que nos dejamos penetrar por el espíritu de Dios nuestro amor personal que es un amor encarnado, puede transcender y superar lo material por medio del espíritu. Esto no supone de ninguna manera concebir la materia y el cuerpo como algo malo. Todo lo contario, son algo bueno y algo santo porque ha sido creado por Dios. La maravilla es que siendo ontológicamente la materia inferior por su naturaleza al espíritu, la materia, el cuerpo puede ser transido y elevado por el espíritu a un nivel superior sin dejar por ello de ser materia y cuerpo.

La Iglesia Católica tuvo desde el principio que batirse en una durísima lucha contra el pensamiento gnostico. El gnosticismo  sí que concebía el cuerpo y la materia como algo malo. La Iglesia Católica defendió siempre la bondad del cuerpo y de la materia frente a todas esas ideas gnosticas en todas sus variantes y manifestaciones pues el gnosticismo constituía una mezcla de multiples creencias, religiones, todo un eclecticismo al que se le daba un barniz de un devaluado cristianismo y que amenazó seriamente con helenizar la fe cristiana.

lunes, 4 de julio de 2011

AMOR Y VERDAD


Alcanzar la unidad con la unitotalidad del Absoluto divino sólo puede hacerse con los demás porque solo reconociendo el valor absoluto de los demás puedo reconocer también el mío. De ahí que el egoísmo supone autonegación y muerte. Y por eso el amor, la salida de sí hacia el otro sea la única «fuerza capaz de erradicar el egoísmo desde dentro y hasta el fondo».

El amor es el que nos permite realizar la verdad, no solo alcanzarla en un nivel teórico sino el poder vivirla existencialmente. De modo que «conociendo gracias al amor de los demás no de forma abstracta sino esencial, transpotando efectivamente e centro de nuestra vida más allá de los límites de nuestra particularidad empírica, revelamos y realizamos nuestra verdad y nuestro valor absoluto que consisten precisamente en la capacidad de trascender los límites de nuestra existencia fáctica y fenoménica, en la capacidad de vivir no solo en nosotros mismos sino también en los demás».

Soloviev habla de una «interacción y una comunión perfecta». Aunque no lo diga expresamente la idea de la “comunión de personas” está presente en sus afirmaciones. El ser humano, creado a imagen y semejanza divina solo puede alcanzar la plenitud de su ser en la “comunión de personas”, pues la misma Trinidad es “Comunión de Personas” en el Amor. De ahí también que la “comunión de personas” entre los seres humanos y entre el ser humano y Dios solo pueda ser posible por el Amor.

Conocemos bien la afirmación de la Sagrada Escritura de que Dios es Amor. Lo que sucede con frecuencia es que no se sabe bien lo que es el amor y se suele confundir con amores que no son verdaderamente amor.